Criada o Sirvienta (Maid en inglés) es una serie de 2021 basada en el libro del mismo nombre de Stephanie Land. La novela cuenta la vida de la propia autora (que en el libro aparece como Alex): cómo a los 28 años tuvo que renunciar a su sueño de ir a la universidad porque se quedó embarazada de su hija atrapada en una relación de abuso (que en ese momento no reconocía como tal) de la que finalmente logró escapar.

Criada es la historia de superación de una madre en una de las situaciones más complicadas en las que se puede encontrar: con una niña pequeña, sin dinero, sin trabajo, con un maltratador (Sean) como pareja y una red de apoyo inexistente. Las amistades de Stephanie eran las amistades de su pareja, la relación con su madre es muy complicada y además esta no tiene apenas dinero para ayudar a su hija y nieta, y su padre apenas entra en la ecuación.
La trama de Criada
En Criada, Alex, una madre joven, se ve obligada a huir de su tráiler cuando su pareja lanza un plato de cerámica contra la pared y los restos del mismo caen sobre la cabeza de su hija, Maddy. Sin trabajo, sin hogar y sin red de cuidados, Alex acude a un centro de ayuda a mujeres maltratadas y acepta un trabajo muy mal pagado y valorado para poder sobrevivir: el de criada.
Gracias a la ayuda de Denise, la gestora del centro para mujeres maltratadas, y Regina, una de las mujeres a las que les limpia la casa, Alex logra salir adelante y encauzar su vida. Sin embargo, no son pocos los obstáculos que encuentra por el camino: su madre, su jefa, su ex-pareja que la sigue atormentando y su padre todos le ponen la zancadilla de una u otra manera.

La violencia plurifacética de los hombres en Criada
Por desgracia para las mujeres de Criada, los hombres juegan un papel muy importante en la trama. Aunque en un primer vistazo podría parecer que cada uno tiene un rol distinto, en realidad todos tienen un aspecto fundamental en común: cada uno a su manera, agreden a las mujeres a las que supuestamente quieren.
Criada es, de hecho, un estudio interesante sobre las diferentes maneras en las que la violencia de los hombres se puede manifestar y cómo, si se mira atentamente, se puede ver la causa común a todas ellas: la convicción masculina de que las mujeres estamos en este mundo para garantizarles a ellos lo que desean. Para algunos será una criada, para otros una muñeca sexual, para otros una madre. Creen que es nuestra labor entender perfectamente lo que esperan de nosotras y aportárselo. Estando, además, agradecidas de que ellos nos regalen a cambio su atención. Si por el resto de sus vidas o unos segundos al día, eso lo deciden ellos. Su amor es siempre condicional a que cumplamos sus expectativas en cada momento, el nuestro debe ser incondicional hacia ellos, da igual las veces que nos ignoren, nos humillen, nos pasen por alto, nos griten, nos insulten o nos agredan. Nuestro amor es una consecuencia natural de lo increíbles que son, sencillamente, por ser ellos. Nuestro valor, sin embargo, está siempre en entredicho.
Creo que muchos hombres transitan esta vida sin darse cuenta de que la imagen que han construido de sí mismos dista mucho de la realidad. Creen que son parejas estupendas cuando están siempre ausentes, creen que son caballerosos cuando son en realidad condescendientes, creen que son nuestros referentes cuando no saben ni hacerse la cena. Estas convicciones hacen que crean estar actuando de manera impecable cuando en realidad están tratando mal a su pareja o, directamente, comentiendo un crimen.

En Criada hay ejemplos de esto a mansalva. Esta serie es, entre otras cosas, un retrato increíble de varios de los “tipos de maltratadores” que existen. El borracho, el que saludaba en la escalera, el abusador económico, el que parece muy dulce hasta que pones un límite (podéis leer más sobre estos tipos en el libro ¿Por qué se comporta así? de Lundy Bancroft).
Sean, la pareja de Alex, piensa que no es un maltratador porque en realidad solo se pone violento cuando está borracho. Que esté borracho todo el día es un problema que puede atajar en cualquier momento, cuando quiera. Alex es, claro, una desagradecida por no entender que él bebe tanto porque está sometido a mucha presión: tiene que traer todo el dinero a casa porque ella no trabaja. Se olvida de que no trabaja porque no le deja contratar una niñera (demasiado caras) y después, porque no la deja salir de casa. Tan en contra está de que Alex sea independiente que consigue incluso que la echen del piso que ha conseguido cuando este se emborracha y aparece semi-desnudo en el salón de las caseras de Alex.
El padre de Alex tampoco se considera un maltratador. Fue un error que cometió en el pasado porque su madre (Paula Langley) le sacaba de quicio. Era incontrolable, hacía cosas absurdas. Y, claro, él tenía que controlarla por su propio bien. Pero ha dejado todo eso detrás. ¿Entonces ya está todo solucionado, verdad? Mejor no pensar en el efecto que tuvo su comportamiento sobre Paula y, en consecuencia, sobre Alex.
Él puede seguir su vida tranquilamente con su nueva familia, mientras que Paula tiene secuelas psiquiátricas que dificultan seriamente su vida y la de Alex.

Por último, tenemos a Nate. Parece un hombre majísimo: cuando Alex no tiene un sitio donde caerse muerta, le ofrece ayuda. Le deja quedarse en su casa, entre otras cosas. Lo mismo que harías tú por tu amiga si esta abandona a su ex maltratador y necesita un sitio donde quedarse hasta poder recomponer un poco su vida y tener un sueldo. Pero tú de tu amiga no esperarías sexo a cambio, una relación romántica. Sin embargo, Nate sí lo espera, y cuando Alex comete el error de volver a acostarse con su maltratador (un error tan común que parece un ritual de transición) y se da cuenta de que lo suyo con Alex no va a tener éxito, la echa de casa. La quería mucho hasta que se dio cuenta de que nunca sacaría de ella lo que esperaba.
Las consecuencias de la violencia masculina en las relaciones entre mujeres en Criada
Por supuesto, no son solo los hombres los que dañan a Alex. Es mujer y es pobre, por lo que las dificultades le vienen por dos bandos. Seamos quienes seamos, el sistema de clase y casta sexual se cuela en nuestra cabeza, es inevitable. Nos criamos con un montón de cosas que se dan por hecho y que construyen nuestra manera de ver la vida, tanto para bien como para mal. Por suerte, Alex se encuentra con otras mujeres que han hecho su trabajo de deconstrucción y la ayudan a salir adelante con su hija, Maddy.
Con las mujeres de Criada pasa lo mismo que con los hombres: muestran la multitud de maneras en las que, a posta o sin querer, se le puede dificultar la vida a una mujer que ha sufrido maltrato.
Por ejemplo, una de las amigas de Alex (que es también amiga de su maltratador Sean) tiene buenas intenciones, quiere que todos se lleven bien y, por lo tanto, no ayuda a Alex a mantener su localización en secreto cuando se aleja de Sean. No es un espacio seguro para Alex, de manera que esta tiene que abandonar su red de apoyo completamente y recurrir a su madre (que tampoco es su aliada más fiel) y a un centro para mujeres maltratadas para sobrevivir lejos de su ex-pareja.
Otro ejemplo son las mujeres relacionadas con la compañía de limpieza en la que trabaja Alex. Su jefa le deduce dinero de todo, y además le exige a Alex tener un coche y una dirección para comenzar a trabajar (algo a lo que está obligada por ley). La gasolina corre de su cuenta. Todo esto, claro, supone un grave problema para alguien que está independizándose, puesto que no tiene dinero. Y más cuando las clientas con las que tienes que trabajar son desagradables o incluso crueles, como lo es Regina. Por suerte, esta última acaba viendo a Alex como algo más que un robot con fregona y acaba suponiendo un apoyo para Alex más que una cruz.
Digo por suerte, porque no se ha terminado la mala baza que le tocó a Alex al nacer. Quizá su problema más grande con las mujeres proviene de su mismo origen: su madre.
La madre de Alex, Paula Langley, en Criada
Paula Langley es la madre de Alex. A pesar de que sigue viva, Alex no quiere contactar con ella en un inicio para que la ayude a escapar de Sean. Son muchas las razones: no se fía de su madre, Paula es una super fan de Sean y además ella tampoco tiene mucho dinero.
Pero ¿por qué no se fía de ella? ¿Y qué representa en realidad Paula Langley en el relato universal de las mujeres? En un principio la madre puede paracer simplemente una señora excéntrica un tanto irresponsable, pero inocente, sin mala intención. ¿Hace eso que resulte inofensiva?
No, igual que no son inofensivas todas esas madres que ejercen violencia sobre sus hijas (muchas sin saberlo) por los mandatos patriarcales que han calado en sus cabezas: la madre que hace sentir a su hija avergonzada por los pelos que comienzan a asomar por la axila o los “kilitos de más” que tiene. La que le insiste en tener pareja porque sino su lista de logros no estará completa.

Paula Langley se nos presenta como una artista bohemia y extravagante. Difícil como los son todos los artistas excéntricos. Podríamos pensar que sus rarezas y lo difícil que es nace simplemente de su personalidad: es que ella es así. Pero no, en realidad es así porque el mundo la ha hecho así.
El personaje de Paula es el ejemplo exagerado de cómo son muchas mujeres (feministas y no feministas) hoy en día. Paula se sabe la teoría: habla del poder de la diosa que lleva dentro y de las ancestras, cree en el poder “femenino”. Sin embargo, a la hora de la verdad traiciona a las mujeres en general y en concreto traiciona a su hija, su nieta y a sí misma.
Las traiciona justo porque no puede vivir sin aquello que, si creyera realmente en el poder de lo femenino, no le haría falta: la atención de los hombres.
A pesar de amar a sus ancestras e idolatarar a las mujeres en abstracto, la madre insulta a muchas de las mujeres de carne y hueso que aparecen en la serie y le hace comentarios hirientes a su hija al compararla implícitamente con ellas. En cada una de sus intervenciones se insinúa una competición entre mujeres por la atención de los hombres. Y esto mismo es su gran cruz, aquello que más contribuye a su situación de vulnerabilidad.
Paula está diagnosticada de bipolaridad. Si atendemos a lo que está generalmente aceptado sobre enfermedades mentales en la actualidad, su enfermedad surgiría de (al menos en parte) su genética, su biología. Sin embargo, la biología no es la única explicación que hay para las enfermedades mentales.
Otros profesionales argumentan que el término “enfermedad” es de hecho incorrecto, y que más bien son mecanismos (mal)adaptativos de supervivencia ante eventos traumáticos.
En el caso de Paula Langley, la bipolaridad representa elegantemente la disonancia cognitiva de la que sufre. Todos los hombres de su vida la han tratado mal: el padre de Alex la pegaba, después hubo una serie de relaciones poco satisfactorias de las que no sabemos mucho hasta llegar a Basil, un hombre mucho más joven que se aprovecha de ella y su (escaso) capital. Basil alquila la casa de Paula y le roba el tráiler en el que vive. Paula finalmente termina con otro hombre del que también sabemos muy poco. Este hombre la usa como mujer de recambio hasta que su mujer principal se marcha. Solo entonces permite que Paula, que lleva meses viviendo en un coche, vaya a vivir a su casa.

A pesar de este historial y sus creencias acerca de la divinidad femenina, Paula ve a los hombres como la salvación. Cómo no lo va a hacer si es lo que nos enseñan desde que damos dos pasos. Pero en algún momento tenemos que despertar. Sino seguiremos en un bucle en el que ponemos a los hombres por delante de todo lo demás mientras que ellos nos ven meramente como un medio para un fin, muchas veces transitorio. Los traumas que ha sufrido Paula a manos de los hombres junto con las contradicciones en su sistema de valores (idolatrar en teoría a las mujeres y en la práctica a los hombres) son el cóctel perfecto para su bipolaridad.
Como pasa con muchas otras mujeres (feministas o no) que adoran a los hombres, al principio la madre de Alex me cayó fatal. Por mucho que todas hayamos sido educadas en estos valores, cuando lo vemos en otras podemos detectar en seguida cuándo una mujer no es de fiar porque te pegará una puñalada trapera si cree que eso le dará unos minutos más de atención masculina. Y aunque más adelante en la serie no diría que me cayera bien, al ver su manera de desenvolverse con los hombres me empezó a dar más pena que rabia.
Paula Langley es una pick me que cree estar más liberada que nadie, una combinación de creencias perfecta para jamás liberarse de verdad de las cadenas.
A pesar de haber vivido una relación de maltrato en sus propias carnes, no puede identificar eso mismo en la relación de su hija porque rara vez mira más allá de su ombligo y porque es verdaderamente incapaz de pensar que los hombres puedan ser malos, a pesar de toda la evidencia de ello. Las malas son siempre las mujeres. Y no hay cosa que me dé más pena que la gente que es incapaz de aceptar y ayudar a su familia por todo el bagaje político que llevan, sea de la inclinación que sea.
A causa de su debilidad, de su negativa a afrontar su vida tal y como ha sido y mirar sus relaciones con honestidad, Paula se pone a sí misma en peligro y causa tensiones en la relación con su hija y su nieta. A pesar de todo lo que Alex tolera y hace por ella, Paula jamás lo valorará tanto como la atención que le da un hombre. A pesar de que Alex le puede dar un techo, estabilidad y amor y los hombres en general le dan solo una de esas cosas, y a veces ni eso, no puede elegirla a ella.
Es tan complicado sentir empatía por un personaje así… pero eso es la sororidad.

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