¿Quién decide lo que da miedo?

¿Cómo podemos definir el género del terror? Supongo que se trata del género artístico que busca asustar a quien lo observa. A veces tiene éxito y a veces no, a veces se mezcla con otros géneros y a veces no, a veces es fantástico o irreal y a veces no.

El terror, como la mayoría del arte, ha estado dominado por los hombres hasta hace poco, y eso influye sobre qué temas consideramos que dan miedo y cómo se cuentan las historias que nos provocan escalofríos.

A pesar de que a veces tratan los mismos temas, hay muchas diferencias entre los thrillers y las películas de terror, diferencias que tenemos en nuestro inconsciente aunque no las sepamos nombrar. Somos capaces de diferenciar qué producciones son qué género, aunque no sepamos por qué.

Una de esas diferencias son las víctimas en cada género cinematográfico: quiénes son y cómo se las representa.

Toda película manda un mensaje. En las de terror, suele ser uno de estos dos: quiénes merecen ser castigados o quiénes merecen ser salvados. En una película de terror, la audiencia se identifica con la víctima. Por lo tanto, las víctimas históricamente han caído en una de esas dos categorías, para meter miedo a quien no obedece los mandatos de la época y tranquilizar a aquellos que sí.

Por un lado tenemos a la víctima «neutra»: representa los valores aspiracionales del momento, aquello que se considera apolítico y, por lo tanto, bueno. Cuando son varias las víctimas, estas suelen conformar un grupo de personas que deben ser aleccionadas por haberse desviado de la norma o un grupo de personas inocentes que queremos que sobrevivan o venzan a las fuerzas del mal. Unos ejemplos clásicos de esto serían los grupos de adolescentes en las películas slasher, donde la única superviviente (la last girl standing) es la chica que representa el ideal de mujer del momento, la chica buena, signifique eso lo que signifique.

Algunas de las víctimas de Ghostface, el asesino de la clásica saga slasher de Scream.
Algunas de las víctimas de Ghostface, el asesino de la clásica saga slasher de Scream.

Por supuesto, hay autores y creadores que han desafiado las normas del género porque han construido sus historias precisamente para desmantelar esta historia opresiva de quién merece morir y quién merece sobrevivir. Por ejemplo, Stephen King, al hacer de Jack el agresor en El resplandor, cuestiona el valor de la familia nuclear. Lo mismo sucede con Rebeca de Daphne du Maurier, en la que la protagonista en realidad corre más peligro a manos de su marido que de la casa en la que reside o el espíritu que en ella habita.

Ahora que hay más mujeres accediendo a puestos de dirección y que se publica a más nombres femeninos, esta historia de base se va tambaleando, pero en general seguimos creando en respuesta a ella, intentando defendernos de los mensajes dañinos que nos inculcan.

A diferencia del terror, los thrillers están en general relatados para que nos identifiquemos con el investigador o policía (generalmente un hombre). La víctima es secundaria en la historia y, por lo tanto, el equilibrio entre víctimas femeninas y víctimas masculinas del terror se desvanece. Mientras que en el terror podemos encontrar víctimas de ambos sexos (generalmente blancas), en el thriller la inmensa mayoría de víctimas de abusos o víctimas mortales son mujeres, además jóvenes y atractivas.

Es una manifestación clara del castigo social a las mujeres en su momento supuestamente más peligroso según los valores patriarcales.

A veces son las hijas perfectas que han sido asesinadas por un depravado homicida en serie (que suele ser en realidad un hijo sano del patriarcado); a veces son jóvenes perdidas que no pudieron ser rescatadas (de sí mismas y de otros) a tiempo. Pero (casi) siempre mujeres.

Si nos paramos a mirar este fenómeno con perspectiva de género un momento, debería saltarnos a la vista que lo que se considera thriller -un género aséptico que tiene como objetivo resolver un puzle y no causar miedo- es en realidad material para una película de terror muy realista. Los thrillers hacen explícito el riesgo constante que sufrimos las mujeres de ser agredidas o asesinadas. Lo hacen de manera algo retorcida (porque quienes nos suelen asesinar son nuestras parejas y exparejas, no un extraño), pero esa es nuestra realidad.

Cuando una toma conciencia de que podría ser la víctima de un thriller, las historias de asesinos toman otro cariz y viran más hacia el terror, aunque este no sea el objetivo de la producción.

Sin embargo, los thrillers son consumidos por muchísimas mujeres sin hacer esa asociación. Nos han acostumbrado tanto a identificarnos con los hombres, que aunque nosotras tendríamos que identificarnos con la víctima, lo hacemos con el investigador. Y no me extraña, porque ¿quién querría darse cuenta de que el rol que juega en sociedad es, en realidad, el de víctima? Ya sea la mujer perfecta o no, ya sea la santa o la puta.

Muchos se preguntan por qué las mujeres consumimos tanto true crime. No hay una respuesta bien investigada y del todo convincente que yo conozca, pero creo que las razones pueden estar estrechamente relacionadas con la diferencia entre terror y thriller: quizá, si vemos los suficientes ejemplos reales de asesinatos y violaciones, podremos aprender a sobrevivir a lo que, para nosotras, es una historia de miedo.

Portada de la serie documental Dahmer, basada en el caso de Jeffrey Dahmer.
Jeffrey Dahmer fue un asesino serial en EE.UU. cuyas víctimas fueron hombres gays, generalmente extranjeros. Sus víctimas, como suele ser el caso para cualquier asesino en serie, eran personas especialmente vulnerables. Sus desapariciones no causaban alerta social y por eso podía salirse con la suya. Su caso se considera especialmente morboso por la manera que tenía de secuestrar y asesinar a sus víctimas. El documental enfatiza ese morbo en lugar de presentarnos a este hombre como lo que era: una persona torturada por los estereotipos de la época que dio salida a su frustración con la violencia porque es como se enseña a los hombres a procesar cualquier cosa que no les guste.

El sensacionalismo de muchas de estas producciones las asemejan más al terror que un relato policíaco, un lugar que para nosotras es mucho más acorde con lo que vemos. Aun así, en realidad los true crime no nos ayudan a trazar un plan de escape porque la triste conclusión, si una ve un número suficiente de estas producciones, es que no hay escapatoria: muchas de las víctimas estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado. O se fiaron de alguien que puso todo su esfuerzo en encubrir quién era realmente.

Sí que creo que las mujeres podemos educarnos para detectar las red flags y vetar a los hombres con menos miramientos. Hay mucho que podemos mejorar y estoy convencida de que esto nos ayudaría a mejorar nuestra calidad de vida.

Sin embargo, no creo que si las mujeres evaluáramos a los hombres mejor, eso nos salvara de todo ni a todas, y tampoco creo que sea la solución definitiva. Los que tienen que cambiar y dejar de agredir, evidentemente, son los hombres.

Como es habitual, lo masculino demarca “lo neutro”, la experiencia vital que se supone que todo el mundo comprende. Acostumbradas a estar en su piel, absorbemos lo que a ellos les da miedo y nos acaba por dar miedo a nosotras también. El favor no es mutuo.

Portada de Midsommar, una de las mejores películas de terror de la última década
Portada de Midsommar, una de las mejores películas de terror de la última década

Lo que a ellos no les da miedo no es terror, es otra cosa. Algo que se puede ver desde la lógica en lugar de desde la emoción.

Por suerte, al igual que en otros géneros, en el cine de terror cada vez hay más mujeres, personas racializadas y personas LGBTQ+, lo que significa que nuestros relatos -más o menos contaminados por la mirada masculina, blanca y heteronormativa- empiezan a abrirse paso.

Por eso, dejo aquí varias recomendaciones de libros y películas que escapan de la mirada tradicional y que, seguramente, les inquieten más a ellos que a nosotras:

Libros

  • Gótico de Silvia Moreno-García (5 ⭐)
  • The Hacienda de Isabel Cañas (4 ⭐)
  • Rebeca de Daphne du Maurier (4 ⭐)
  • El cielo de la selva de Elaine Villar Madruga (5 ⭐)

Películas

  • Jennifer´s Body
  • Déjame salir (4 ⭐)
  • Nosotros (5 ⭐)
  • La apariencia de las cosas (3,5 ⭐)
  • Midsommar (5 ⭐)

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